miércoles, 3 de noviembre de 2010

ruta potencial

Aunque se puede alegar que  Brasil ha tenido más de una década para prepararse, es válido preguntar qué ha hecho el Perú para rentabilizar la invasión de más de US$1.600 millones en la IIRS A Sur, pues desde hace cuatro años la integración carretera con el gigante su­damericano tenía fecha. Las versiones están divididas entre autoridades, empre­sarios y líderes gremiales.
El director nacional de Desarrollo de Comercio Ex­terior, Luis Torres, asegura que el sector público no se ha cruzado de brazos pues, entre otras iniciativas, ha realizado la identificación de la oferta exportable y la negociación de la eliminación de las barreras para arancelarias brasileñas.
Un ejemplo, dice, es que hasta ahora se ha liberado la importación de 22 produc­tos peruanos, aunque queda pendiente su promoción en la dieta brasileña. "la cebolla también está a punto de ser liberada, con lo cual lograre­mos abrir el mercado más importante de Latinoamérica para nuestros produc­tores del sur", señala.
Si bien reconoce que la carretera es en sí misma un paso importante, Ma­teo Salinas, presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo de Madre de Dios, considera que los empresarios están solos, no tienen ningún incentivo y tampoco cuentan con las condiciones mínimas para invertir en industria y apro­vechar la nueva infraestruc­tura vial. "Sin electricidad ni agua, (quien puede hacer empresa?", se pregunta.
Miguel Vega Alvear, presidente de Capebras, es más cauto en sus aprecia­ciones, pues considera que el Gobierno sí emprendió la promoción e integración del aparato productivo que explote la carretera; pero -añade- esta se ha enfriado "por el inicio de la tempora­da electoral".
La explicación para esas percepciones negativas, res­ponde Torres, es que el Mincetur ha estado trabajando en las zonas más cercanas a los centros de producción: Arequipa, Tacna y el Cusco. Según dice, ese es el proce­so normal del desarrollo del comercio exterior, pues se busca impulsar a un grupo de empresas que luego jalen el carro exportador de las zo­nas periféricas.




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